
La catástrofe de Volkswagen es un aldabonazo. Porque es un icono múltiple. El cierre de tres factorías y el despido de 10.000 de sus casi 300.000 trabajadores se erige en símbolo de una crisis encadenada, al modo cesta de cerezas: desplome del modelo industrial alemán; retroceso del sector europeo; estancamiento de la alternativa, la automoción eléctrica; crisis proteccionistas entrecruzadas con EEUU y China.