El presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, amenazó la semana pasada con imponer aranceles a todos los productos provenientes de México y Canadá desde el primer día de su gestión en caso de que no haya avances y cooperación en los temas relativos a los flujos migratorios y de tráfico de fentanilo hacia su país. Más allá de la credibilidad de dicha amenaza, llama la atención que implicara en esto a sus dos países vecinos, que son al mismo tiempo sus socios comerciales y estratégicos. De alguna manera el mensaje sorprende porque parecería ir en la dirección contraria a lo que requiere la región norteamericana para poder competir con éxito en el mundo del Siglo XXI: la zona requiere más, no menos integración económica y comercial.