Alrededor del exquisito Pedri, el Barcelona volvió a encontrar la pelota y ofreció un muy buen monólogo futbolístico ante el resistente y finalmente abatido Brest. Los azulgrana recuperaron la tensión competitiva perdida en los últimos partidos y solo les faltó la puntería de siempre para rubricar un triunfo todavía más generoso en su regreso a Montjuïc y a la Champions. Necesitaba ganar el Barça porque el equipo es tan ambicioso como tierno y se puede estropear fácilmente con el marcador en contra y por la tendencia cainita de un club que ahora se las tiene con la grada de animación, cerrada “sine die” por incumplir las obligaciones contraídas con el propio Barcelona.