
La procesión magna, compuesta por ocho pasos de Sevilla y tres pueblos de su provincia, iba a ser este fin de semana una celebración cofrade con un millón de visitantes esperados y un paseo triunfal para el alcalde, José Luis Sanz (PP). Pero la declaración de ley seca que prohíbe el alcohol en gran parte del centro histórico para evitar altercados, sumada a la eliminación de veladores para facilitar el tránsito por las aceras, ha provocado que los hosteleros se hayan alzado contra las restricciones impuestas por el enorme aluvión de fieles que 2.000 policías intentarán contener y dirigir.