
Llevar la cuenta de todas las condecoraciones que tiene Raquel (15 años) resulta difícil. Los diplomas y menciones inundan las paredes de su casa y resaltan en su habitación pintada de rosa. La rutina de la joven es la misma cada martes y jueves antes de los ensayos. Mientras Beatriz, su madre, termina las tareas del hogar, ella ordena su cuarto, se mira en el espejo, y se pone brillo labial. Su papá toma el contrabajo, lo sube al carro y arrancan. Raquel llega entusiasmada. Saluda a Kelly, y a Isa y al resto de compañeras. Poco a poco van llegando el resto de jóvenes que, como ellas, conforman el programa Soy Músico, de la Orquesta Filarmónica de Medellín, en Antioquia. El programa trabaja desde hace ocho años con más 30 jóvenes neurodivergentes para que puedan desarrollar sus competencias musicales de la mano de expertos. Luego, dos veces al año dan un concierto filarmónico al lado de la formación original la Orquesta de la ciudad, con lo que demuestran que el único obstáculo entre ellos y la música es la discriminación de la sociedad.