La diferencia está en los gestos políticos, y aunque el primer ministro británico, Keir Starmer, acostumbra a mostrarse tan hierático como una estatua griega ante asuntos potencialmente polémicos, la ambigüedad calculada con que responde a la potencial devolución a Grecia de los llamados “mármoles del Partenón” hace pensar que un acuerdo histórico es posible bajo un Gobierno laborista en el Reino Unido.