Este año el oro está haciendo honor a su etimología. Su símbolo químico, Au, proviene de su nombre en latín, aurum, que se podría traducir por “amanecer radiante”. Y radiante también es su revalorización. Desde enero, la cotización de la onza ha subido un 29,49%. Este metal precioso es uno de los activos refugio por excelencia, lo que le beneficia en un entorno de gran incertidumbre como el actual. Pero además, hay factores técnicos como el cambio de rumbo en la política monetaria —el oro se ha visto tradicionalmente beneficiado en las fases bajistas de los tipos de interés— y flujos de demanda nuevos, como la entrada masiva de los inversores minoristas en este activo —gracias a la popularización de los fondos cotizados o ETF, según sus siglas en inglés—, que han impulsado su valor de mercado.