El presidente del Corea del Sur, Yoon Suk-yeol, tiene las horas contadas. A medida que se conocen más detalles sobre su abortado plan de imponer la ley marcial, que incluía órdenes directas para detener y encarcelar a líderes políticos, va perdiendo adeptos incluso en las filas de su formación, el conservador PPP (Partido del Poder Popular). El apoyo sin fisuras de sus compañeros de filas era determinante para sobrevivir a la moción de destitución a la que tiene previsto enfrentarse en la Asamblea Nacional (el Parlamento). La cita estaba originalmente fijada para el sábado, pero podría incluso adelantarse a este viernes después de que Han Don-hoong, el líder del partido gobernante y uno de sus antiguos aliados, que hasta ahora había indicado que lo respaldaría, haya esbozado este viernes que lo dejará caer.