
Colombia, que por años sacó pecho por diferenciarse de los otros grandes países latinoamericanos al no haber cesado sus pagos en la difícil década de los ochenta y se ha vanagloriado de su disciplina fiscal, enfrenta una difícil situación. El presidente Gustavo Petro, sin embargo, ha llegado a invocar el fantasma de un inédito default en medio de su choque con el Congreso por cuenta, justamente, del futuro de las finanzas públicas. Aunque ha aclarado que su Gobierno evitará ese escenario límite, he reiterado su preocupación, compartida por muchos, por una difícil situación fiscal tanto para el año que termina como para el 2025 que ya despunta. En el panorama se juntan un bajo recaudo este año, un presupuesto creciente, pero desfinanciado para 2025, y dudas sobre la necesidad de ese crecimiento cuando el Gobierno no ha ejecutado todo el dinero para 2024 y el déficit aumenta.