El mantra “evita la primera apuesta, solo por hoy” suena cada vez más fuerte en todo Brasil. Los grupos de jugadores anónimos se extienden veloces. Las reuniones de apostadores compulsivos, que comparten drama y apoyo mutuo, amplían horarios para atender la demanda de los enganchados a las apuestas deportivas online. Alguno solo asume que necesita ayuda cuando un acreedor le amenaza a punta de pistola. La adicción al juego en internet va camino de ser una epidemia que puede derivar en una grave crisis de endeudamiento. Poca broma en un país de ciudadanos endeudados y donde la mayoría a duras penas logra pagar las cuentas a fin de mes. Bajo la inofensiva apariencia de un juego que asoma en el móvil mientras uno (o una) mata el tiempo en el autobús, se esconde una problemática con enorme potencial dañino.